lunes, 27 de mayo de 2019

El imperialismo: la mirada de un contemporáneo


“El capitalismo es la producción de mercancías en el grado más elevado de desarrollo, cuando la propia fuerza de trabajo se convierte en una mercancía. El incremento del intercambio interior y, particularmente, del internacional es un rasgo característico del capitalismo. (…) Gran Bretaña fue el primer país que se convirtió en capitalista, y a mediados del siglo XIX se presentó como el “taller del mundo”, el proveedor de bienes manufacturados para todos los países, los cuales, a cambio, debían surtirlo de materias primas. Pero en el último cuarto del siglo XIX ese monopolio de Gran Bretaña se vio quebrado; otros países, protegiéndose a sí mismos mediante aranceles “proteccionistas”, se transformaron en Estados capitalistas independientes. En el umbral del siglo XX asistimos a la formación de otro tipo de monopolios: primero, asociaciones monopolistas de capitalistas en todos los países de capitalismo desarrollado; segundo, la posición monopolista de unos pocos países ricos, en los cuales la acumulación de capital ha alcanzado proporciones gigantescas. Un enorme “excedente de capital” ha surgido en los países avanzados. (…)

La exportación de capital influye en el desarrollo del capitalismo en los países de destino, acelerándolo extraordinariamente. (…). La exportación de capital pasa a ser un medio de estimular la exportación de mercancías. (…) Así pues, el capital financiero echa sus redes, literalmente, en todos los países del mundo. En esto tienen un importante papel los bancos fundados en las colonias y sus sucursales. (…)

Las asociaciones monopolistas de capitalistas (cárteles, consorcios, trusts) se reparten entre ellas, en primer lugar, el mercado doméstico, haciéndose de forma más o menos total con la producción del país. Pero, bajo el capitalismo, el mercado interior está ligado inevitablemente al exterior. Ya hace tiempo que el capitalismo creó un mercado mundial. Y a medida que se acrecentaba la exportación de capitales y que se expandían las “esferas de influencia” y las conexiones con el extranjero y las colonias de las grandes asociaciones monopolistas, el rumbo “natural” de las cosas ha conducido al acuerdo internacional entre éstas, a la formación de cárteles internacionales. Es una nueva fase de la concentración mundial del capital y de la producción, incomparablemente superior a las anteriores.
(…) el rasgo característico del período que nos ocupa es el reparto definitivo del planeta, definitivo no en el sentido de que sea imposible repartirlo de nuevo —al contrario, nuevos repartos son posibles e inevitables—, sino en el sentido de que la política colonial de los países capitalistas ha completado la conquista de todas las tierras no ocupadas de nuestro planeta. Por primera vez, el mundo se encuentra ya repartido, de modo que en el futuro solamente caben nuevos repartos, es decir, el cambio de “propietario” de un territorio, y no el paso de un territorio sin dueño a un ‘propietario’”.

LENIN, V. I. (1917) El imperialismo, fase superior del capitalismo, pp38-48.

La Revolución Industrial