La construcción de Europa del Este (1945-1948)
Las regiones de Europa
Central, Oriental y Balcánica –con excepción de Grecia y Turquía – fueron
liberadas del dominio alemán por los ejércitos soviéticos y por los partisanos mayoritariamente
comunistas (yugoslavos y albanos). Como resultado, al terminar la guerra, la
influencia soviética y la de los partidos comunistas invadía todos los ámbitos
de la vida política y económica de los diferentes países que componen esa
región: Alemania Oriental, Polonia, Bulgaria, Rumania, Hungría, Checoslovaquia,
Yugoslavia y Albania.
Sin embargo, la liberación
no significó la llegada de la democracia y la paz para esos países; sus
pobladores fueron sometidos por los soviéticos a un proceso de depuración ideológica e incluso racial
que trajo consigo, como continuación de la guerra, un clima de violencia. A
pesar de todo, la hegemonía rusa y la
ideología comunista se fueron imponiendo gracias a que sus militantes supieron
explotar su papel en la liberación unas poblaciones destruidas por la guerra.
Además, las ideas progresistas del comunismo seducían a los obreros y hacían
concebir esperanzas sobre una distribución de tierras a favor de las clases
campesinas, sometidas en su mayor parte al dominio de la gran propiedad
aristocrática.
En el aspecto político,
entre 1944 y 1945, en la mayoría de los países de Europa Central y Oriental se
establecieron gobiernos de coalición-
con excepción de Yugoslavia y Albania donde los comunistas se impusieron directamente
en el poder- , llamados frentes nacionales, en los que participaban las
organizaciones políticas emanadas de la resistencia, así como los partidos
comunistas. Pero esta situación no se mantuvo por mucho tiempo, el progresivo distanciamiento
entre los países aliados precipitó la toma del poder de los comunistas, que
poco a poco se fueron infiltrando en los puestos claves, hasta desplazar por
completo del poder al resto de los partidos. Se llegó así al establecimiento de
las llamadas democracias populares,
con gobierno de partido único.
Con el término de
democracias populares los soviéticos pretendían manifestar una posición
distinta a la de las democracias occidentales, dominadas por la clase
capitalista, con la suposición de que los gobiernos de Europa Occidental serían
verdaderamente populares en el sentido de que los socialistas habrían de llevar
al proletariado al poder.
En el plano económico, en
los primeros años de la posguerra, los países de Europa del Este buscaron
imitar a la URSS, por ejemplo,
implementando la colectivización de
la tierra, las nacionalizaciones, etc, pero no lo lograron de manera total y
quedaron a medio camino entre una economía liberal y un sistema socialista.
DELGADO
DE CANTÚ, G (2010) Historia Universal. De la era de las revoluciones al mundo
globalizado,
Ed.
Prenetice Hall – Pearson, México, pp 322-323
Estrategia soviética de
control económico-político
El Consejo de Ayuda Mutua
Económica fue el nombre que recibió el
plan establecido por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) para
dar respuesta a las estrategias económicas de Estados Unidos en Europa. Con
sede en Moscú, tuvo como integrantes a la URSS, Checoslovaquia, Hungría,
Polonia, Rumania, la República Democrática Alemana, Mongolia, Cuba, Vietnam y
Yugoslavia.
Tras la finalización de la
Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética y los Estados Unidos ya no
compartían intereses comunes. Con Alemania fuera del tablero del juego mundial,
correspondía a las dos nuevas grandes potencias empezar a establecer sus áreas
de influencias. 1947 es el año en el que la mayoría de los historiadores
afirman que se produjo la ruptura de la “gran alianza”.
En realidad, 1947 resultó
ser el año en el que los Estados Unidos implementó su plan de reestructuración
económica para el continente europeo: el “Plan Marshall”. Varios países lo
habían abrazado con gran entusiasmo pues significaba una gran ayuda para la
Europa asolada por la guerra. Durante cuatro años, la inyección de capitales
norteamericanos -más de 12 billones- permitió a los países beneficiados
recuperar sus aparatos productivos rápidamente. Ante esto, Iósif Stalin, el
presidente soviético, entendió que este Plan representaba un instrumento
político y económico poderoso que afectaba directamente sus intereses. Como
Stalin era consciente de que una integración económica de los países de Europa
del Este con los occidentales, significaría que escaparían de su control, les
negó la posibilidad de aceptarlo. Sin embargo, hubo un Estado empezó a mostrar
ciertos rasgos de rebeldía: Yugoslavia, quien más adelante seguiría un estilo
de socialismo autogestionario.
Viacheslay Mólotov, ministro
de Asuntos Exteriores y mano derecha de Stalin, fue quién le ofreció al jefe de
Estado soviético la respuesta a la estrategia occidental. En 1947, el “Plan
Molotov” -antecedente directo de la COMECON- permitió a la URSS infiltrarse
poco a poco en lo que serían sus “países satélites”. Básicamente, consistió en
una serie de acuerdos comerciales bilateral es cada país de la Europa central y
oriental y la Unión Soviética. Así, en poco tiempo, Bulgaria, Checoslovaquia,
Hungría, Polonia y Rumania, quedaron bajo la órbita del régimen soviético. El
Programa permitía que los países europeos no consideraran necesaria la ayuda norteamericana
y en base a ello, reorganizaran sus relaciones comerciales hacia la URSS.
Paulatinamente, estos
acuerdos económicos se expandieron y en 1949 el Plan Molotov evolucionó hacia
la creación del COMECON; un Consejo de Ayuda Mutua que, con sus limitaciones,
se convirtió en un gran pilar en la estrategia de la Unión Soviética. Mediante
su implementación la URSS trató de exportar su modelo de economías
planificadas/centralizadas a los diferentes países. En poco tiempo, las redes
de tratados se expandieron de tal manera que entre sus miembros empezaron a
dividirse el trabajo. De esta manera, existían zonas productoras de materias
primas, siderurgia, industria petroquímica, etc. A finales de 1950, el COMECON
emprendió esfuerzos más sistemáticos aunque tuvo un éxito limitado.
Para 1989 su caída ya era
inminente. Las revoluciones democráticas en Europa oriental hicieron que la
organización perdiera su propósito y su poderío. Según la agencia Reuters, los
ministros de Comercio y Economía de los nueve países que integraban el grupo,
con excepción de Vietnam que envió a un embajador, se reunieron en 1991 para
clausurar a la organización. Así, se creó una Comisión de Liquidación, que
buscaba repartir la propiedad común del COMECON, incluyendo su sede en Moscú y
dos bancos, el de Inversiones Internacionales y el de Cooperación Económica
Internacional. Según el mismo comunicado su desaparición, “les causó a los
estados europeos orientales una seria contracción económica por el derrumbe de
sus exportaciones a la Unión Soviética. Después de la COMECON se crearon nuevas
instituciones y se reorientó el papel del Estado. Esto significó implementar
reformas fiscales, en el comercio, en el régimen monetario, en el mercado de
trabajo y en la seguridad social, entre otras. Sin embargo, la consecuencia más
directa fue la incorporación de estos países a la Unión Europea.
Para 1991, la Unión Soviética había caído, y
con ella también pereció la integración económica que buscaba lograr en la
Europa del Este. Según consigna el autor Gregorio Burgueño Álvarez: “el orgullo
nacional fue más fuerte que la ideología socialista; cada país quería
desarrollar totalmente su economía, no limitándose a un solo sector que lo
determinase a depender de los otros países; además, esto implicaba una falta de
confianza, fruto probablemente de la experiencia”.
Augusto
Gabriel Arnone
Colaborador
de la Red Federal de Historia de las Relaciones Internacionales
Departamento
de Historia UNLP