sábado, 14 de abril de 2018

Ideologías del siglo XIX: el socialismo utópico


EL SOCIALISMO UTÓPICO 

A diferencia de Inglaterra, más industrializada, Francia, con un proletariado menos numeroso pero con una intelectualidad más sensible a las ideas políticas, proporciona a los movimientos sociales una serie de pensadores que reflexionaron sobre las contradicciones de la industrialización y formularon soluciones ideales, o incluso intentaron experiencias de creación de nuevos tipos de sociedad. A estos pensadores se les llama socialistas utópicos, destacando Saint-Simon, Fourier, Louis Blanc, Cabet, Blanqui...
No existen demasiados elementos comunes entre ellos. En general, prefieren evolucióna la revolución y los medios pacíficos a los violentos. Frente a la hostilidad de clases predican la concordia. No centran el cambio social en la capacidad revo­lucionaria del proletariado, sino en el convencimiento progresivo y la aceptación por la burguesía de una necesidad de cambio. Parecen prestar más atención a los proyectos que a los medios por los cuales pueden llegar a realizarse.


Entre los modelos de nueva sociedad que intentaron construir los utópicos, destacan los falansterios de Fourier, pequeñas poblaciones de 1600 personas, entre las que se distribuyen las funciones alternativamente. Subsisten en ellos la propiedad privada y el derecho de herencia, pero son comunes los instrumentos básicos de producción. En Francia, EE.UU., Inglaterra y Rusia llegan a  organizarse falansterios pero la mayoría fracasaron.
Los talleres sociales propugnados por Louis Blanc fueron una nota distintiva de la revolución francesa de 1848, pero desaparecieron en pocas semanas.

Socialismo utópico: esquema



 El cooperativismo de Robert Owen


Robert Owen, es el más portentoso pensamiento y realizador de la cooperación como modo de producción, su máximo exponente.
Sin embargo, a él y sus seguidores se los califican de utopistas-según sus cuestionadores-por el hecho de que sus argumentaciones carecerían de rigor científico.
Si esas observaciones y  cuestionamientos encuentran asidero en los análisis que realicemos,entonces, debe movernos a darnos la tarea de intentar dotar de teoría científica al cooperativismo. Muchos lo han intentado,como el Dr. León Schujman*, debemos seguir esa senda.

Robert Owen defendía la posibilidad de desarrollar un sistema económico alternativo basado en la cooperativa. Su planteamiento era utópico, pero no irreal, porque pretendía sustituir el sistema capitalista por otro más justo que evitara los problemas británicos. Desde su perspectiva los obreros debían unirse para crear una nueva realidad europea basada en cooperativas que fuesen más rentables que las industrias: cooperativas de producción y cooperativas de distribución”. 
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Robert Owen

(Newton, Gales, 1771 - 1858) Pensador y activista del primer socialismo británico. Hijo de un modesto artesano, tuvo una formación autodidacta y prosperó como empresario de la industria del algodón. En 1799 compró junto con otros socios la fábrica textil de New Lanark (Escocia), de cuya dirección se ocupó en los años siguientes.
Conmovido por las consecuencias sociales de la introducción del capitalismo durante la Revolución Industrial, buscó la forma de promover una sociedad mejor desde su posición como empresario. Su gestión fue un experimento innovador, pues consiguió que la empresa arrojara beneficios introduciendo mejoras sustanciales para los trabajadores: elevó los salarios, sentó las bases de una seguridad social mutualista y proporcionó a los obreros condiciones dignas de vivienda, sanidad y educación. Este último fue para él el objetivo esencial, pues consideraba que una educación liberal y solidaria sería el mejor instrumento para acabar con la delincuencia y poner las bases para un futuro de justicia e igualdad.
Owen fue un pionero del socialismo, inspirado aún por la fe de los pensadores ilustrados del siglo XVIII en el progreso humano y en la posibilidad de reformar gradualmente la sociedad mediante la razón, el convencimiento y la educación. Marx y Engels le clasificarían más tarde entre los socialistas que llamaron utópicos, ya que se esforzaban por diseñar una sociedad futura ideal (como la Utopía de Tomás Moro), confiando en que bastaría el ejemplo de unas pocas comunidades ideales de este tipo para convencer a la humanidad de sus ventajas y extender así el modelo de forma pacífica; al mismo tiempo, el término sugería que estos primeros socialistas europeos sostuvieron ideales quiméricos al soñar ingenuamente que podría llegarse al socialismo sin pasar por una revolución.
La fama de Owen se extendió por Gran Bretaña, y éste aprovechó su notoriedad para plasmar sus ideas en conferencias y libros, en los que fue desarrollando un ideal de socialismo gradualista y cooperativo, muchas de cuyas propuestas inspirarían a socialistas posteriores (incluido el propio Marx); entre las obras de Owen cabe destacar Una nueva visión de la sociedad (1813) y el Informe al Condado de Lanark (1821).
Sin embargo, sus socios capitalistas en New Lanark desaprobaron una gestión tan generosa hacia los obreros y le desplazaron de la dirección. En el futuro, Owen pasaría a confiar más en la acción del Estado como impulsor de las reformas sociales necesarias que las clases acomodadas no iban a adoptar por iniciativa propia, al tiempo que criticaba la idea misma de una economía competitiva. En 1825-28 volvió a intentar poner en práctica sus principios en una nueva comunidad modélica llamada New Harmony (Indiana, Estados Unidos); pero la empresa fracasó y se llevó la fortuna personal de Owen.
De vuelta a Inglaterra, pasó a ser un activista del incipiente movimiento obrero: fundó una «Bolsa de cambio equitativo de trabajo», con la que esperaba desterrar el dinero, el beneficio y la explotación del trabajo obrero; participó activamente en el movimiento de los cartistas, que reivindicaban pacíficamente la introducción de reformas democráticas en el sistema político británico; y en 1833 se puso a la cabeza de la primera central sindical británica de ámbito nacional (el Grand National Consolidated Trade Union), que llegó a tener medio millón de afiliados.
Fracasados todos aquellos empeños, una nueva era de las luchas sociales iría dejando atrás sus ideales; todavía apoyó una nueva comunidad owenista en Harmony Hall (Hampshire, Inglaterra, 1839-45), editó un periódico de propaganda socialista (El Nuevo Mundo Moral, 1834-46) y escribió algunos textos tardíos de tendencia más espiritualista.

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