jueves, 4 de abril de 2019

La URSS


La construcción de Europa del Este (1945-1948)


Las regiones de Europa Central, Oriental y Balcánica –con excepción de Grecia y Turquía – fueron liberadas del dominio alemán por los ejércitos soviéticos y por los partisanos mayoritariamente comunistas (yugoslavos y albanos). Como resultado, al terminar la guerra, la influencia soviética y la de los partidos comunistas invadía todos los ámbitos de la vida política y económica de los diferentes países que componen esa región: Alemania Oriental, Polonia, Bulgaria, Rumania, Hungría, Checoslovaquia, Yugoslavia y Albania.
Sin embargo, la liberación no significó la llegada de la democracia y la paz para esos países; sus pobladores fueron sometidos por los soviéticos a un proceso de depuración ideológica e incluso racial que trajo consigo, como continuación de la guerra, un clima de violencia. A pesar de todo, la hegemonía rusa y la ideología comunista se fueron imponiendo gracias a que sus militantes supieron explotar su papel en la liberación unas poblaciones destruidas por la guerra. Además, las ideas progresistas del comunismo seducían a los obreros y hacían concebir esperanzas sobre una distribución de tierras a favor de las clases campesinas, sometidas en su mayor parte al dominio de la gran propiedad aristocrática.
En el aspecto político, entre 1944 y 1945, en la mayoría de los países de Europa Central y Oriental se establecieron gobiernos de coalición- con excepción de Yugoslavia y Albania donde los comunistas se impusieron directamente en el poder- , llamados frentes nacionales, en los que participaban las organizaciones políticas emanadas de la resistencia, así como los partidos comunistas. Pero esta situación no se mantuvo por mucho tiempo, el progresivo distanciamiento entre los países aliados precipitó la toma del poder de los comunistas, que poco a poco se fueron infiltrando en los puestos claves, hasta desplazar por completo del poder al resto de los partidos. Se llegó así al establecimiento de las llamadas democracias populares, con gobierno de partido único.
Con el término de democracias populares los soviéticos pretendían manifestar una posición distinta a la de las democracias occidentales, dominadas por la clase capitalista, con la suposición de que los gobiernos de Europa Occidental serían verdaderamente populares en el sentido de que los socialistas habrían de llevar al proletariado al poder. 
En el plano económico, en los primeros años de la posguerra, los países de Europa del Este buscaron imitar a la URSS, por ejemplo,  implementando la colectivización de la tierra, las nacionalizaciones, etc, pero no lo lograron de manera total y quedaron a medio camino entre una economía liberal y un sistema socialista.

DELGADO DE CANTÚ, G (2010) Historia Universal. De la era de las revoluciones al mundo globalizado,
Ed. Prenetice Hall – Pearson, México, pp 322-323




 Estrategia soviética de control económico-político


El Consejo de Ayuda Mutua Económica  fue el nombre que recibió el plan establecido por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) para dar respuesta a las estrategias económicas de Estados Unidos en Europa. Con sede en Moscú, tuvo como integrantes a la URSS, Checoslovaquia, Hungría, Polonia, Rumania, la República Democrática Alemana, Mongolia, Cuba, Vietnam y Yugoslavia.
Tras la finalización de la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética y los Estados Unidos ya no compartían intereses comunes. Con Alemania fuera del tablero del juego mundial, correspondía a las dos nuevas grandes potencias empezar a establecer sus áreas de influencias. 1947 es el año en el que la mayoría de los historiadores afirman que se produjo la ruptura de la “gran alianza”.
En realidad, 1947 resultó ser el año en el que los Estados Unidos implementó su plan de reestructuración económica para el continente europeo: el “Plan Marshall”. Varios países lo habían abrazado con gran entusiasmo pues significaba una gran ayuda para la Europa asolada por la guerra. Durante cuatro años, la inyección de capitales norteamericanos -más de 12 billones- permitió a los países beneficiados recuperar sus aparatos productivos rápidamente. Ante esto, Iósif Stalin, el presidente soviético, entendió que este Plan representaba un instrumento político y económico poderoso que afectaba directamente sus intereses. Como Stalin era consciente de que una integración económica de los países de Europa del Este con los occidentales, significaría que escaparían de su control, les negó la posibilidad de aceptarlo. Sin embargo, hubo un Estado empezó a mostrar ciertos rasgos de rebeldía: Yugoslavia, quien más adelante seguiría un estilo de socialismo autogestionario.
Viacheslay Mólotov, ministro de Asuntos Exteriores y mano derecha de Stalin, fue quién le ofreció al jefe de Estado soviético la respuesta a la estrategia occidental. En 1947, el “Plan Molotov” -antecedente directo de la COMECON- permitió a la URSS infiltrarse poco a poco en lo que serían sus “países satélites”. Básicamente, consistió en una serie de acuerdos comerciales bilateral es cada país de la Europa central y oriental y la Unión Soviética. Así, en poco tiempo, Bulgaria, Checoslovaquia, Hungría, Polonia y Rumania, quedaron bajo la órbita del régimen soviético. El Programa permitía que los países europeos no consideraran necesaria la ayuda norteamericana y en base a ello, reorganizaran sus relaciones comerciales hacia la URSS.
Paulatinamente, estos acuerdos económicos se expandieron y en 1949 el Plan Molotov evolucionó hacia la creación del COMECON; un Consejo de Ayuda Mutua que, con sus limitaciones, se convirtió en un gran pilar en la estrategia de la Unión Soviética. Mediante su implementación la URSS trató de exportar su modelo de economías planificadas/centralizadas a los diferentes países. En poco tiempo, las redes de tratados se expandieron de tal manera que entre sus miembros empezaron a dividirse el trabajo. De esta manera, existían zonas productoras de materias primas, siderurgia, industria petroquímica, etc. A finales de 1950, el COMECON emprendió esfuerzos más sistemáticos aunque tuvo un éxito limitado.
Para 1989 su caída ya era inminente. Las revoluciones democráticas en Europa oriental hicieron que la organización perdiera su propósito y su poderío. Según la agencia Reuters, los ministros de Comercio y Economía de los nueve países que integraban el grupo, con excepción de Vietnam que envió a un embajador, se reunieron en 1991 para clausurar a la organización. Así, se creó una Comisión de Liquidación, que buscaba repartir la propiedad común del COMECON, incluyendo su sede en Moscú y dos bancos, el de Inversiones Internacionales y el de Cooperación Económica Internacional. Según el mismo comunicado su desaparición, “les causó a los estados europeos orientales una seria contracción económica por el derrumbe de sus exportaciones a la Unión Soviética. Después de la COMECON se crearon nuevas instituciones y se reorientó el papel del Estado. Esto significó implementar reformas fiscales, en el comercio, en el régimen monetario, en el mercado de trabajo y en la seguridad social, entre otras. Sin embargo, la consecuencia más directa fue la incorporación de estos países a la Unión Europea.
 Para 1991, la Unión Soviética había caído, y con ella también pereció la integración económica que buscaba lograr en la Europa del Este. Según consigna el autor Gregorio Burgueño Álvarez: “el orgullo nacional fue más fuerte que la ideología socialista; cada país quería desarrollar totalmente su economía, no limitándose a un solo sector que lo determinase a depender de los otros países; además, esto implicaba una falta de confianza, fruto probablemente de la experiencia”.
Augusto Gabriel Arnone
Colaborador de la Red Federal de Historia de las Relaciones Internacionales
Departamento de Historia UNLP

La Revolución Industrial